Y sí. Mientras estábamos inmersos en este momento de vorágine institucional mundial, apareciste tú para recordarnos que el mundo real sigue dando vueltas más o menos por su cuenta, vueltas que llegan incluso a esta pequeña gran isla unesquiana. Llegó el día, y tal como estaba previsto te marchaste para La Habana a empezar una nueva etapa en tu vida.
Este tipo de vida que dimos en elegir nos da oportunidades para encuentros extraordinarios, pero también implica, de vez en cuando, sentidas despedidas. No hay una sin la otra. Con el tiempo uno se acostumbra y desarrolla una especie de coraza. También, con los años uno mejora sus habilidades para separar el grano de la paja, las personas importantes de las pasajeras. Pero no hay coraza que pueda contener lo que uno siente cuando se va un amigo de verdad, sobretodo cuando uno tiene el corazón de cristal. Fernando, gracias por saber escuchar tan bien como sabes hablar. Gracias por compartir conmigo tantas cosas interesantes. Gracias por ayudarme en mi esfuerzo por ver más allá de mi mismo. Y gracias por compartir ese enorme sentido del humor, que no es otra cosa que una forma suprema de inteligencia. Gracias por ser un señor, una persona sabia. Y gracias por dejarme llamarte mi amigo.
Te voy a echar de menos, compay! Pero bueno, nos veremos más pronto que tarde, si puede ser con un mojito, y sea viniendo de la vieja Europa o de algún otro “puestu”. Te deseo lo mejor para esta nueva vida que empiezas, y espero poder ser una parte distante pero al fin y al cabo presente. Bueno, futura. Bueno, ya se entendió, no?
PS: la parte más sentimental se la dejo, si me lo permites, a alguien del paisito, el señor Jaime Roos.
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